jueves, 9 de mayo de 2013

El minibombero maxiprofe

A este niño tan gracioso le faltaban escasos días para saltar la cuna y ponerse a apagar fuegos.
Desde pequeño siempre quería haber sido bombero. Nunca se quitaba la gorra roja y tenía una regadera de juguete que la utilizaba como manguera. 
A medida que fue creciendo se volvió un poco pirómano pero mi teoría es que su única finalidad era apagar posteriormente el fuego. 
Quería más retos por lo que uno de los días de su bonita infancia decidió hacer una cosa para convertirse en uno de los mayores héroes del colegio. 
¡Quemó el gimnasio! Pero le vino un poco grande además de que llamaron a los bomberos de verdad. 
Ese acto le costó caro, fue expulsado automáticamente. Desde ese día su sueño dio un giro enorme que se incrementó debido a su frustración por no conseguir su objetivo. 
Dejó de lado todo lo que tuviese que ver con fuego. Tanto que no podía ni encender un mechero o soplar una vela. 
Cuando acabó bachillerato no tenía muy claro lo que quería hacer, pero echó un vistazo al pasado y decidió que lo que verdaderamente le llenaba era ser profesor, para zanjar unos asuntillos pendientes que tenía con su conciencia. Tiene la pinta de un auténtico profesor de antaño pero es muy inteligente, sobre todo con lo que tenga relación con números. 
Ahora, a un año de acabar la carrera, todavía no tiene claro si verdaderamente le gusta lo que elegido para el resto de su vida, pero era lo que le pedía en ese momento el corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario